Teresa Romero y Javier Limón han presentado este lunes ante la Consejería de Sanidad, a través de sus abogados, una solicitud de iniciación de procedimiento de responsabilidad patrimonial por el sacrificio de Excalibur, el perro del matrimonio que murió el pasado 8 de octubre
   En la solicitud, se reclama que haya un pronunciamiento sobre si la muerte de la mascota era necesaria y si no lo era, que se reconozca el daño moral que se habría producido a la pareja, que consideraban a Excalibur como un hijo adoptivo.
   En los antecedentes de hechos, se relata la cronología de lo sucedido desde que Teresa Romero ingresa en el Hospital Carlos III y se confirma que se trata del primer caso de contagio de ébola fuera de África, el pasado 6 de octubre, hasta que se procede al sacrificio del can.
   Se relata que el 7 de octubre se pregunta a Javier Limón si autoriza la entrada a la vivienda, algo a lo que éste "se opone de manera rotunda" y trata de evitar, colgando incluso un vídeo en Youtube en el que realiza una petición para evitar que se produzca el sacrifico del perro.
   Tras recordar el escrito el masivo apoyo que hubo hacia la petición del esposo de Teresa, respalda que vino de la ciudadanía y de varias protectoras de animales. La solicitud recoge que el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Madrid procedió a disponer a la eutanasia del animal mediante las medidas adecuadas para evitar su sufrimiento.
   "Dicha decisión fue adoptada de manera precipitada, sin las precauciones adecuadas, toda vez, que no se procedió a hacerle las pruebas necesarias para determinar si el perro estaba contagiado, por lo que se decidió matar" al perro del matrimonio.
   Así, se cita que, entre otros, Eric Leroy, experto mundial en el papel de los perros en los brotes de ébola, le dio la razón al asegurar que no había que matar a la mascota, porque era "importante desde un punto de vista científico".
   También recuerda el caso de otra enfermera contagiada en Dallas, a cuyo animal se le trasladó una jaula especial para proceder a su investigación. El alcalde de Dallas explicó entonces que "los protocolos establecidos preveían no sacrificar al perro mientras no mostrara síntomas de ébola.