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CIUDADES INTELIGENTES Y CIUDADES ESTUPIDAS

María José

Por María José Mora Devis

Abogada

 

Es asombroso el estudio que ofrece D. José Antonio Marina, uno de los pensadores imprescindibles de nuestro país, en un libro titulado   LA INTELIGENCIA  FRACASADA, Teoría y práctica de la estupidez.

Defiende el autor que:

 “ la inteligencia es la capacidad de un sujeto de dirigir su comportamiento utilizando la información captada, aprendida, elaborada y producida por él mismo”, en consecuencia puede fallar por no estar dirigida, no ser captada, no ser aprendida o porque no se sepa utilizar lo que se aprende.

Esta definición que parece tan sencilla, se complica muchísimo cuando atendemos a la definición – alarmante, según mi opinión- que hace Robert Musil sobre la estupidez y dice:

“Si la estupidez no tuviera algún parecido que le permitiese pasar por talento, progreso, esperanza o perfeccionamiento, nadie querría ser tonto”.

Pues mucho cuidado con lo que nos encontramos en nuestro entorno, nuestra ciudad, nuestros vecinos, nuestros políticos… ¡vaya! todo lo nuestro, porque a lo mejor lo progre o lo perfecto es una estupidez.

¿Y cómo sabemos que algo es estúpido? Esa pregunta es más fácil de contestar si sabemos cuál es el objetivo de la inteligencia puesto que es  lo contrario de la estupidez.

El gran objetivo de la  inteligencia es la felicidad, tanto pública como privada, por eso todos los fracasos tienen que ver con la desdicha si es privado o  con la injusticia si es público.

Sólo pensando en la primera herramienta de la inteligencia- pública , es decir la información captada, les podría servir a nuestros empleados en el gobierno de nuestra ciudad ,- tanto los que tienen encomendada la tarea de gobernar como los que tienen encomendada la tarea de controlar - para dirigir su comportamiento de servicio  público encaminado a conseguir y mantener una ciudad inteligente.

¿Alguno de ustedes cree honradamente que nuestros empleados en el gobierno de nuestra ciudad dan  muestras de captar alguna información de los ciudadanos? Mi experiencia es que no, rotundamente no.

¿Alguien ha observado a nuestros políticos – de cualquier signo-  algún cambio de estrategias anticuadas…  inservibles… incluso alguna toma de iniciativas encaminadas a la felicidad colectiva?

¿Vd. querido lector, no echa en falta algún  plan estratégico municipal para la  innovación o explotación sostenida industrial,  la agraria,  la artística, la de seguridad, la de comunicación, la de medio ambiente…o alguna de ellas?

Por ejemplo, ¿alguno de Vds., tiene posibilidad de ver en directo un Pleno municipal? ¿Ha escuchado a algún político que quisiera implantarlo? ¿Conocer Vd. algún polígono industrial que no parezca ruinoso? ¿Conoce Vd. alguna actuación política encaminada a traer industrias y empleo a nuestra ciudad? ¿Sabe Vd. si el Ayuntamiento negocia con Aguas de Valencia, que sus terrenos en Manises están debidamente urbanizados? ¿Sabe Vd. si alguien se ha interesado porque la  parada del Metro de La Presa, en construcción,  tenga entrada peatonal  y no solo para vehículos, y  los caminos tengan iluminación y aceras adecuados para los transeúntes, desde sus domicilios hasta la parada de Metro? ¿Conoce Vd. algún contenedor soterrado en la ciudad? ¿Ha visto Vd., alguna vez multar a los propietarios de los perritos que hacen sus necesidades por la calle o en los solares? ¿Le hace a Vd., feliz el aspecto que presenta el  barrio Obradors? ¿No le parece una ironía que se llame Obradors y que esté en ruinas? ¿Cree Vd. que eso es progreso?

Por ultimo ¿Cree Vd. que las creencias vigentes  de nuestros empleados en el gobierno de la ciudad, sus modos de resolver los conflictos, sus sistemas de evaluación y los modos de vida de su ciudad disminuyen sus posibilidades de inteligencia privada?

Si ha contestado si a ésta última pregunta es que Vd. está calificando su ciudad como estúpida.

Mi admirado pensador  J.A. Marina dice que: “Las sociedades suelen encallarse cuando se encierran en un hedonismo complaciente y carecen de tres sentimientos básicos:

a)      La compasión por el dolor de los demás

b)      El respeto , que es el sentimiento adecuado ante lo valioso y,

c)       La admiración que es la valoración de la excelencia.”

Henry Kissinguer lo dijo muy claro en The White House Years, Little Brown,Boston 1979 pag.54) : “ Los políticos al legar al gobierno no son capaces de aprender nada que vaya contra sus convicciones y éstas -  sus convicciones- son el capital intelectual que consumirán durante su mandato”. Más claro el agua.

 


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